APOCALIPSIS Z. EL PRINCIPIO DEL FIN (DEBOLSILLO)

Un grupo de rebeldes caucásicos asalta unas instalaciones militares liberando una enfermedad que se expande sin freno por todo el planeta. La enfermedad mata a la persona que la padece pero el afectado sigue caminando y su único objetivo es alimentarse; se trata, por tanto, de un retorno al primitivismo más extremo. Las autoridades toman medidas creando Puestos Seguros donde acantonar a la población. Pronto se ve que estas medidas son insuficientes. Los NO muertos son demasiados y todos los Puestos van cayendo. Todo esto nos lo cuenta, primero desde su domicilio (ante la masiva evacuación decide quedarse a salvo desconfiando de las autoridades y su organización) y, más tarde, en cualquier lugar en el que puede descansar de su huida, un abogado de Pontevedra mediante un blog que crea en la red y cuando la red cae, mediante un diario. Con estos instrumentos narra el fin del mundo, tal y como lo conocía y sus intentos por, primero, mantenerse, con vida y, segundo, encontrar un lugar en el que haya supervivientes, un lugar al que no haya llegado la enfermedad. Para ello se ve obligado a salir de su casa junto a su gato y tratar de alcanzar todos aquellos lugares que podrían haber quedado a salvo, descubriendo que, uno tras otro, todos los lugares han caído y el mundo es de los No-muertos. Es así hasta que encuentra a Viktor, un ucraniano que trabajaba de forestal y que aún conserva su helicóptero, al que le falta una pieza para poder funcionar. Juntos conseguirán la pieza e intentarán llegar a él para marcharse de la Península hacia las Islas Canarias, único lugar que, según sus cálculos, queda intacto. En el camino encontrarán a Lucía y a Sor Cecilia, que los ayudarán y que se unirán al grupo de huida, una huida que no se sabe hacia dónde conduce realmente: la salvación o la continuidad del infierno. El abogado abandona su cuaderno al subir al helicóptero.