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- DESPERTA FERRO EDICIONES
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- 2025
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DESPERTA FERRO: ARQUEOLOGÍA E HISTORIA #62
PEREGRINAR A JERUSALÉN
Jerusalén, la ciudad sagrada por excelencia. La ciudad donde Salomón alzó el Templo, donde murió y resucitó Jesús, y desde la que Mahoma ascendió a los cielos. Es el lugar de peregrinación por antonomasia, promesa y anhelo para los judíos, ónfalos de esperanza y fe para los cristianos, y espacio de memoria para los musulmanes.
Jerusalén, la ciudad sagrada por excelencia. La ciudad donde Salomón alzó el Templo, donde murió y resucitó Jesús, y desde la que Mahoma ascendió a los cielos. Es el lugar de peregrinación por antonomasia, promesa y anhelo para los judíos, ónfalos de esperanza y fe para los cristianos, y espacio de memoria para los musulmanes.
Las tres religiones monoteístas trazaron sobre ella sus propias geografías míticas, místicas y espirituales, en una urbe destinada a ser sitio de encuentro, pero también de conflicto. El Santo Sepulcro convive con los restos del Segundo Templo y con la Cúpula de la Roca musulmana, componiendo un mapa sagrado de coexistencia y tensión.
Durante siglos, miles de peregrinos acudieron a Jerusalén en un viaje sagrado lleno de luces y sombras. Era un trayecto peligroso, impulsado por el deseo de alcanzar el contacto con la divinidad o, al menos, experimentar la cercanía de lo sagrado. De ese peregrinar se esperaba iluminación, salvación, remisión de los pecados, curación propia o de seres queridos.
Al mismo tiempo, ese fenómeno compartía cierto interés con el turismo moderno por conocer lugares destacados. La muerte y resurrección de Cristo, su nacimiento, las tumbas de los santos
todos ellos actuaban como imanes espirituales desde la Antigüedad tardía hasta nuestros días.
Las peregrinaciones se repitieron de forma cíclica desde los primeros tiempos del cristianismo hasta la Edad Media y la actualidad, con altibajos, contradicciones y una huella palpable en edificios, recuerdos materiales, memoria y textos. Pero llegar a Jerusalén nunca fue fácil: su situación geográfica, los vaivenes políticos, guerras y conquistas crearon condiciones muy particulares para ese viaje físico y espiritual.